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Mil Demonios: empaque de un licor con historia

El trabajo conjunto de un equipo de diseñadores, fabricantes de envases e impresores abre las puertas de los mercados internacionales a un innovador licor colombiano, y con un empaque ganador.

La botella del licor 'Mil Demonios' utiliza acabados especiales con estampados en plata sobre negro y detalles destacados en relieve.
La botella del licor 'Mil Demonios' utiliza acabados especiales con estampados en plata sobre negro y detalles destacados en relieve.

​El esfuerzo por lograr un nuevo nivel de calidad para el aguardiente colombiano se vieron recompensados este 2018 con un reconocimiento de la San Francisco World Spirits Competition.

En muchos países en América Latina se producen licores icónicos, que reúnen en su tradición, fabricación y en sus sabores y acentos el espíritu de sus habitantes. En México, el tequila y el mezcal; en Perú y Chile, el pisco; en Brasil, la cachaza; todas ellas son bebidas distintivas que se reconocen en todo el mundo y se asocian con las culturas nacionales. En Colombia es el aguardiente, un producto popular que no han logrado desplazar de las preferencias de los colombianos otras bebidas extranjeras como el whisky, el vodka o la ginebra.

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Si se le pregunta a un colombiano cuál es el mejor aguardiente del país, se inclinará, probablemente, por el que se produce en su departamento o región, y en su explicación detallará aspectos sutiles del anisado, la concentración o el gusto particular que tiene el de su predilección. En realidad, las diferencias de calidad no son tan marcadas y la objetividad no había sido tradicionalmente el respaldo a los criterios de evaluación… hasta hace muy poco tiempo.

Un licor colombiano de calidad para el mercado internacional

Con la aparición en el mercado de Mil Demonios, un aguardiente premium desarrollado como parte de una iniciativa joven e innovadora, empieza a aclararse la jerarquía en calidad para el aguardiente colombiano, pues la nueva referencia se destaca por su fabricación mediante un proceso que utiliza técnicas antiguas y artesanales, combinadas con nuevos ingredientes y métodos modernos. “Nuestro aguardiente se destila y se filtra tres veces y usamos varios tipos de hierbas o productos botánicos. Es un proceso muy similar al de la fabricación de vodka o ginebra, con la diferencia de que Mil Demonios se produce con caña de azúcar”, dice Mauricio Gutiérrez, el bogotano director y fundador de la empresa creadora del licor.

Mauricio Gutiérrez, director de Mil Demonios.Mauricio Gutiérrez, fundador y director de la empresa colombiana creadora del licor, Mil Demonios.

El esfuerzo y el interés por alcanzar un nuevo nivel de calidad para el tradicional aguardiente colombiano se vieron recompensados este 2018 con un premio obtenido por Mil Demonios en el evento San Francisco World Spirits Competition, en el que un panel de veinte expertos internacionales evalúa y galardona mediante catas a ciegas bebidas alcohólicas de todo el mundo. “Obtuvimos una medalla de plata en líquido y otra medalla por el diseño de nuestro envase. Somos el primer producto de aguardiente colombiano en alcanzar estas distinciones”, señala con orgullo Gutiérrez.

Mil Demonios obtuvo 2 medallas en 2018 durante el San Francisco World Spirits Competition.El interés por alcanzar un nuevo nivel de calidad para el tradicional aguardiente colombiano se vieron recompensados este 2018 con un premio obtenido por Mil Demonios en el evento San Francisco World Spirits Competition.

El legado del aguardiente Mil Demonios

En la época de la Colonia en la Nueva Granada, la Corona española autorizó la fundación de lugares especiales para la venta de mercancías, entre ellas el aguardiente, una bebida espirituosa destilada de la caña que llegó a ser muy apreciada por la euforia que producía y el alivio que propiciaba a las penas y a las amarguras. Sin embargo, a finales del siglo XVII la generalización del consumo llevó a los oidores de la Real Audiencia a acusar al aguardiente de ser promotor de delitos e inmoralidad y a sugerir y lograr la prohibición de su consumo.

Las restricciones impuestas a la producción y venta solo lograron que surgieran productores clandestinos, que seguían surtiendo a una población dispuesta a correr los riesgos necesarios para su adquisición. En Cartagena de Indias, uno de estos locales, conocidos como estancos, tuvo gran fama y acogida durante este periodo de prohibición. Conocido por sus clientes como “Mil Demonios”, este alambique producía un aguardiente de calidad especial, con técnicas aprendidas de los mejores maestros de la época: los monjes de los conventos.